La Profesora Gabriele Fischer, de la Universidad de Viena, dio la bienvenida a la audiencia que asistió a esta sesión matinal en un soleado día en Berlín. Presentó al Profesor David Baldwin, de la Universidad de Southampton, Reino Unido, quien aportó su amplia experiencia clínica e investigadora para abordar el importante tema de la disfunción sexual relacionada con el tratamiento.
La insatisfacción sexual es frecuente
La disfunción y la insatisfacción sexual son un hecho para muchas personas, independientemente de si sufren o no problemas de salud mental. El Prof. Baldwin revisó las pruebas clave de grandes ensayos epidemiológicos efectuados en la población general de los Países Bajos y del Reino Unido que demuestran que los problemas de respuesta o satisfacción sexual son relativamente comunes (afectan a alrededor del 40 % de los hombres y el 50 % de las mujeres del Reino Unido), aunque solo un porcentaje de los participantes comunicaron que estos problemas eran alarmantes. Hubo muchos factores de riesgo de problemas sexuales (por ejemplo, una mala situación laboral los problemas de salud física, los antecedentes de la infancia, etc.). Los trastornos afectivos también confirieron un riesgo considerable a los pacientes que comunicaron diferentes tipos de insatisfacción sexual. Esta relación entre la depresión y los problemas sexuales fue tan marcada que los sexólogos recomendaron investigar la presencia de depresión en personas que refieren una disfunción sexual prominente.
Deprimido por el sexo y depresión sexual
En los pacientes con depresión, los problemas sexuales más frecuentes fueron el deseo sexual reducido y la insatisfacción, aunque los informes indicaron una amplia variedad de posibles quejas, incluidos algunos informes ocasionales de hipersexualidad alarmante. En las mujeres, al menos, el riesgo de efectos adversos sexuales pareció aumentar con la recurrencia de los episodios depresivos.
El Prof. Baldwin afirmó que alrededor del 40–50 % de los pacientes que recibían antidepresivos referían algunos efectos adversos sexuales relacionados con el tratamiento. Estos efectos eran muy importantes para los pacientes, pues el hecho de experimentar disfunción sexual empeoraba su autoestima, relaciones personales, estado de ánimo y calidad de vida. Los efectos debidos al tratamiento variaron de un fármaco a otro y, en algunos casos, persistieron hasta mucho tiempo después de que el paciente hubiese suspendido la medicación.
Según el Prof. Baldwin, estos efectos sexuales no son sorprendentes, debido al gran solapamiento que existe entre los neurotransmisores implicados en la función sexual normal y aquellos que se consideran afectados por los trastornos afectivos y/o sus tratamientos. A esto debemos añadir la compleja interacción de los efectos vasculares, musculares, endocrinos y neurales de la respuesta sexual periférica, y es muy probable que tanto la propia depresión como su tratamiento tengan efectos múltiples en estos sistemas.
Esta conversación es necesaria…
El Prof. Baldwin señaló que una evaluación completa de los problemas sexuales de los pacientes, incluyendo los efectos sobre sus parejas, es una labor que consume mucho tiempo. En la práctica clínica rutinaria, posiblemente muchos psiquiatras no tienen tiempo de hacer una historia clínica tan detallada. Sin embargo, pueden hacer algunas preguntas directas al paciente en relación a su función sexual y posiblemente administrar un cuestionario breve, tales como la Escala de experiencias sexuales de Arizona (ASEX) o el Cuestionario de sexo de Salamanca (SALSEX).
Curación sexual
El Prof. Baldwin apuntó varias estrategias (eficaces e ineficaces) para tratar la disfunción sexual asociada con los antidepresivos. Elegir un fármaco que se asocie a menos efectos de este tipo puede prevenir el problema por completo en un porcentaje de pacientes. Esperar a la remisión de los problemas sexuales no es una buena estrategia, ya que estos, en general, no mejoran espontáneamente durante el tratamiento. Los descansos del tratamiento pueden ser eficaces cuando el pacienteestá en remisión, pero también pueden comportar un empeoramiento de los síntomasafectivos, y solo se pueden realizar con medicamentos cuya semivida sea corta. Retrasar la toma de la dosis, es decir, tomar el medicamento por la noche después de mantener relaciones sexuales, puede ser efectivo, aunque, tal como señaló el Prof. Baldwin, tomar un antidepresivo inmediatamente después de hacer el amor puede transmitir un mensaje confuso a la pareja del paciente.
Así, hay esperanza para este enojoso efecto de la depresión y su tratamiento. Los psiquiatras pueden reconocer e investigar esa disfunción sexual y prevenirla o tratarla en muchos casos.