Fábio Gomes de Matos e Souza, Profesor de Psiquiatría de la Universadad Federal de Ceará, Brasil, habla de los desafíos y el progreso experimentado durante muchos años de tratamiento del trastorno depresivo mayor (TDM).
Cada año, el grupo del Profesor Souza atiende a un centenar de pacientes con un primer episodio de depresión y a un total de 200-250 pacientes con TDM, principalmente en un entorno ambulatorio.
¿Cuáles son las principales dificultades que afrontan los médicos que tratan el TDM?
La primera es el diagnóstico. La depresión puede ser unipolar o bipolar, y posiblemente mezclada con otras comorbilidades, como la ansiedad o el trastorno por consumo de sustancias.
La segunda es la educación. Los pacientes preguntan, “¿Cuándo me curaré?”. Deben comprender que la depresión puede ser una patología crónica. El cumplimiento terapéutico es fundamental, pero el contexto es que tenemos medicamentos que son eficaces y se toleran bien. También es necesario educar a las familias sobre la necesidad de realizar un tratamiento a largo plazo. Y los pacientes y las familias deben saber que pueden existir vulnerabilidades biológicas y genéticas.
En los casos graves también puede haber riesgo de suicidio. Este riesgo se debe abordar y gestionar con sensibilidad.
Luego están las dificultades del tratamiento.
¿Cuál es el mejor enfoque y qué se puede lograr?
Trabajamos en un entorno universitario, por lo que contamos con un equipo de psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales, y podemos realizar un trabajo interdisciplinario en la práctica clínica. La medicación no es suficiente por si sola. Puede que los pacientes tengan que modificar algunos de sus hábitos, como el consumo excesivo de alcohol o un mal patrón de sueño. Deben desarrollar las habilidades necesarias para gestionar los conflictos familiares y negociar en sus puestos de trabajo: algunos jefes no saben nada de la depresión.
Normalmente también utilizamos la terapia cognitivo-conductual (TCC). Esta técnica está más basada en la investigación que otros enfoques psicológicos, y los pacientes suelen responder bien y con más rapidez. Entienden la dinámica de la técnica, y no es necesario remontarse a la primera infancia. Dada la elevada demanda, necesitamos tratamientos que ayuden a que las personas se sientan mejor tan rápidamente como sea posible: no hay tiempo para una psicoterapia prolongada, aunque funcione.
¿Cuáles son los avances más significativos que ha visto?
Los medicamentos actuales tienen menos efectos adversos y menos riesgo de interacciones farmacológicas y de inducir obesidad. Hay diferentes medicamentos que pueden ser adecuados para diferentes pacientes, pero el problema terapéutico es que alrededor del 30 % de los pacientes no responden bien a los medicamentos que se prescriben habitualmente. Así, a pesar de los considerables avances en el conocimiento de la depresión, aún existe un numeroso grupo de pacientes con una necesidad de tratamiento no satisfecha.
No solamente pretendemos reducir los síntomas, queremos que los pacientes vuelvan a tener un buen rol funcional
¿Qué proporción de sus pacientes experimenta remisión y cómo la definiría?
Durante muchos años, la atención estuvo centrada en la respuesta y no en la remisión. Pero una reducción del 50 % en las puntuaciones de las escalas MADRS o Hamilton no es suficiente. No solamente pretendemos reducir los síntomas, queremos que el paciente sea capaz de volver a tener un buen rol funcional en sus estudios o trabajo y en su vida emocional, y que recupere la alegría de vivir.
Así, aunque alrededor del 50 % de los pacientes logra el control de los síntomas solamente alrededor de un tercio logra la remisión.
Una de las razones es que no nos hemos centrado suficientemente en la cognición. Los déficits de memoria, atención y función ejecutiva pueden ser incapacitantes. La preocupación por mejorar estas áreas puede mejorar la probabilidad de alcanzar la remisión completa.
Otra razón es que con cada episodio depresivo se pierden neuronas, y para alcanzar la remisión es necesario que el cerebro esté intacto. Por lo tanto, debemos hacer todo lo posible para evitar un nuevo episodio. Esto significa tratar no solamente el episodio, sino la enfermedad. Si la depresión se trata correctamente, se reduce la probabilidad de que aparezca un nuevo episodio.
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