En una sesión especializada del Congreso Anual de la Asociación Psiquiátrica Americana (APAAM) de 2021, los miembros de la junta de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría Geriátrica comentaron que al considerar el impacto de la demencia y la pandemia de COVID-19 no deben olvidarse los problemas psiquiátricos existentes, tales como la depresión y la ansiedad de las personas ancianas.
Aunque las patologías psiquiátricas son menos prevalentes entre los 55 y 85 años de edad, una muestra nacional representativa de los adultos estadounidenses demuestra que estas siguen siendo frecuentes. Un 11,4 % de los adultos mayores refirió haber tenido un trastorno de ansiedad durante el último año, y un 6,8 % un trastorno del estado de ánimo, incluyendo la depresión mayor y la enfermedad bipolar.1
El diagnóstico y el tratamiento de los trastornos psiquiátricos sigue siendo importante en la vejez, pero las personas mayores reciben menos servicios 1-3
Estos hallazgos enfatizan que la importancia que continúan teniendo la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos psiquiátricos en la vejez, pero la Encuesta nacional de atención médica ambulatoria sugiere que los adultos de edad avanzada reciben una atención menos buena que los adultos más jóvenes.2,3
Según los datos citados por Rajesh Tampi, expresidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría Geriátrica, (AAGP)2,3 solo una minoría de personas mayores consigue que le visite un psiquiatra por sus problemas de salud mental:
- Las personas mayores tenían más probabilidades de que se les recetara un fármaco psicotrópico sin que se hubiese observado un diagnóstico DSM-IV, y
- Presentaban patologías más crónicas, pero la duración de las consultas era más corta
Demencia y COVID-19: una conjunción de pandemias
Los problemas para proporcionar una buena atención a los adultos mayores con problemas de salud mental se ven agravados por el deterioro cognitivo y la demencia concurrentes. Los datos del estudio de Framingham sugieren que el riesgo a lo largo de la vida de padecer demencia de Alzheimer a los 65 años es del 21,1 % en las mujeres y del 11,6 % en los hombres.4
Además de esto, hay que tener en cuenta la pandemia de COVID-19, que ha afectado de manera desproporcionada a los ancianos: en EE. UU., los mayores de 65 años representaron el 31 % de las infecciones, pero el 53 % de los ingresos en unidades de cuidados intensivos y el 80% de las muertes.5
Los problemas de salud mental son tanto problemas agudos como secuelas potencialmente duraderas de la COVID-19
Además de causar una ansiedad comprensible y de sus efectos adversos sobre la salud mental del aislamiento social y la soledad, el virus de la COVID parece tener efectos directos sobre el cerebro, que van desde la “niebla mental” hasta la psicosis.
Continuando con la sesión APAAM 2021 sobre trastornos de salud mental, demencia y COVID-19, Marc Agronin, Presidente electo de la AAGP, destacó los datos de 125 casos clínicos de complicaciones neuropsiquiátricas en el Reino Unido.6 En este grupo, con una edad media de 71 años, se observaron cambios agudos del estado mental al inicio de la infección por COVID en el 31% de los pacientes, un 18 % de los cuales presentaba encefalitis, un 43 % un nuevo diagnóstico de psicosis, un 17 % un trastorno del estado de ánimo y un 26 % cambios neurocognitivos.
Enfoques de tratamiento
El Dr. Agronin finalizó su presentación afirmando que:
- Debemos tratar tanto los problemas de salud mental agudos como las secuelas potencialmente duraderas de la COVID-19
- Los pacientes necesitan una identificación y un tratamiento agresivo de los cambios neurocognitivos, el delirio, la psicosis y los trastornos del estado de ánimo o la ansiedad, y
- Las personas mayores, especialmente las más frágiles y con demencia, deben movilizarse lo antes posible para evitar el deterioro físico y para generar confianza y promover el compromiso con los demás.
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