En este simposio cuatro ponentes debatieron diferentes enfoques para la investigación de la intersección entre la depresión senil y los síntomas cognitivos de la enfermedad de Alzheimer y aportaron una perspectiva interesante de la investigación traslacional en cuatro áreas diversas.
El Dr. Gwenn Smith, de la Johns Hopkins University School de Medicine, EE. UU., habló sobre la posibilidad de que la serotonina represente un vínculo entre los cambios del estado de ánimo y la cognición, considerando la depresión en la vejez como un factor de riesgo o como parte del pródromo de la enfermedad de Alzheimer. En pacientes con depresión senil, los estudios de imagen muestran una reducción difusa de la unión al transportador de la serotonina, y un pequeño aumento del depósito de beta amiloide (mucho más pequeño que el observado en pacientes con deterioro cognitivo de la enfermedad de Alzheimer). Se observó una correlación entre la reducción del transportador de serotonina y el bajo rendimiento en las pruebas de memoria.
El sistema serotoninérgico puede proporcionar un vínculo entre los síntomas del estado de ánimo y el deterioro cognitivo
En pacientes con enfermedad de Alzheimer inicial, el depósito de proteína Tau en los núcleos del Rafe parece ser un signo patológico precoz. Además, los depósitos de Tau y la reducción del transportador de serotonina concuerdan bien. La presencia de cambios en el transportador de serotonina también se añadió a los cambios en los niveles de proteína Tau y la presencia de beta amiloide en la predicción de déficits de memoria de pacientes con enfermedad de Alzheimer. Esto se observó no solamente en muestreos transversales de pacientes sino también longitudinalmente y, con el tiempo, las reducciones del transportador de serotonina se asociaron con un empeoramiento de la memoria verbal episódica. El Dr. Smith especuló que el sistema serotoninérgico puede conferir vulnerabilidad a los cambios cognitivos a través de una producción excesiva de serotonina en ausencia de su transportador, lo que produciría un estrés oxidativo después de la metabolización de la serotonina.
El Prof. John O’Brien, de la University de Cambridge, Reino Unido, habló de la tomografía por emisión de positrones (PET) de la neuroinflamación y la proteína Tau en la enfermedad de Alzheimer. Los pacientes provenían del estudio NIMROD (Neuroimagen de la inflamación en los trastornos de memoria y otras patologías relacionadas) y padecían la enfermedad de Alzheimer. Se observó un aumento de la unión al trazador PK 11195 en pacientes con deterioro cognitivo leve debido a la enfermedad de Alzheimer, lo que indica que la neuroinflamación (activación microglial) puede ser un cambio patológico temprano.
Los datos de este estudio también se utilizaron para obtener pruebas de la diseminación cerebral la proteína Tau. Las medidas de conectividad funcional en la resonancia magnética funcional (RMf) en reposo, indicaron que existe una asociación entre la Tau y el grado de conectividad entre áreas cerebrales: a mayor número de conexiones entre áreas mayor presencia de Tau. Este resultado concuerda con una diseminación transneuronal de la Tau de tipo priónico en el cerebro desde la primera área “sembrada”.
Existen indicios de una diseminación transneuronal de la Tau de tipo priónico en el cerebro
El Dr. Masafumi Ihara, del Centro Nacional Cerebral y Cardiovascular del Japón, comentó los modelos de demencia vascular y posibles enfoques de su tratamiento. Los cambios en la sustancia blanca son un hallazgo que comparten los diversos subtipos de demencia vascular, y las hiperintensidades excesiva de la sustancia blanca contribuyen a la aparición de la enfermedad de Alzheimer. El Prof. Ihara utiliza modelos animales de demencia vascular por hipoperfusión o lesión isquémica, que imitan muy bien muchos de los cambios observados en pacientes con demencia vascular. Estos modelos de hipoperfusión reproducen bien los cambios que se producen en la sustancia blanca, que se caracterizan por una rotura de la barrera hematoencefálica, activación glial, estrés oxidativo y pérdida de oligodendrocitos tras una hipoperfusión cerebral crónica con o sin accidente cerebrovascular isquémico. Los ratones transgénicos que sobreexpresan la hormona peptídica adrenomedulina mostraron una facilitación de la recuperación del flujo sanguíneo cerebral después de la cirugía isquémica. Esta recuperación pareció ser el resultado de un notable crecimiento de arterias colaterales y el crecimiento excesivo de capilares en la sustancia blanca. Estos cambios restauraron y mantuvieron la integridad de la sustancia blanca tras la lesión isquémica y previnieron el desarrollo de déficits en tareas de memoria operativa. El Profesor Ihara afirmó que, por lo tanto, la adrenomedulina es un posible tratamiento para la demencia vascular.
Los nuevos riesgos de desarrollo de demencia vascular incluyen la infección y la inflamación. En una cohorte de pacientes que habían sufrido un ictus, así como en la población general, la presencia de cnm+ S. mutans guardó una estrecha relación con las microhemorragias cerebrales. En estas poblaciones, no se observaron efectos generales de la presencia de esta bacteria sobre la función cognitiva, pero sí un ligero descenso asociado con su presencia. Como que la proteína de unión del colágeno cnm es específica del S. mutans, el Prof. Ihara propuso que, en el futuro, esta molécula podría ser una diana de la inmunoterapia de la demencia vascular.
En el futuro, la infección bacteriana podría probar ser una diana terapéutica de la demencia vascular
El Profesor Hochang Benjamin Lee, de la Yale University School, EE. UU., introdujo el concepto de la utilización de las patologías cardiovasculares para estudiar el estrés y los síntomas anímicos en la vejez. La cirugía es un estrés común en la vejez, y los injertos de derivación de arteria coronaria (IDAC) son la intervención quirúrgica cardiaca más frecuente. Después de un IDAC, alrededor del 20–30 % de los pacientes muestran delirio. Se observó que la edad, la depresión preoperatoria y el deterioro cognitivo leve eran predictores independientes de la incidencia y la gravedad del delirio posterior al IDAC. Por consiguiente, estos factores pueden ser útiles para el cribado y estimación preoperatoria del riesgo de delirio de los pacientes.
La hipoperfusión cerebral crónica es un factor de riesgo de deterioro cognitivo
La hipoperfusión cerebral crónica es un factor de riesgo de deterioro cognitivo. Los pacientes con insuficiencia cardiaca presentan un flujo sanguíneo cerebral reducido, además de altos porcentajes de deterioro cognitivo y mayor riesgo de demencia. las puntuaciones cognitivas de los pacientes que recibieron un dispositivo de asistencia ventricular izquierda mejoraron sustancialmente tras la cirugía, lo que podría ser consecuencia del aumento del flujo sanguíneo cerebral. Por consiguiente, mejorando el flujo sanguíneo cerebral o el bienestar general se podría contrarrestar el deterioro cognitivo de las personas ancianas.