Dadas las sólidas pruebas de que los tratamientos de liberación prolongada mejoran los resultados funcionales, debemos ser más convincentes al promover su uso cuando hablamos con los pacientes con esquizofrenia y sus familias. Este fue el mensaje a recordar que transmitió Christoph Correll, Charité University Hospital, Berlín, Alemania, durante el simposio satélite celebrado durante el congreso virtual de la ECNP de 2020.
El Profesor Correll afirmó ante la audiencia que un uso mayor y más temprano de los tratamientos de liberación prolongada (ILP) contribuirá a preservar la funcionalidad y a prevenir la resistencia secundaria al tratamiento1. En comparación con la medicación oral, los ILP garantizan la administración del fármaco y reducen el riesgo de recaída y la mortalidad.1 Comentó que las intervenciones psicosociales también son beneficiosas, y este fue un tema explorado previamente por Silvana Galderisi, de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli, Nápoles, Italia, quien comentó la necesidad de un enfoque holístico del tratamiento de la esquizofrenia.
La presentación importa
Para respaldar su opinión de que los profesionales sanitarios podrían hacer más para fomentar el uso de ILP, el Profesor Correll se refirió a un análisis de 33 conversaciones entre psiquiatras y pacientes con esquizofrenia.2 Solamente el 9 % del contenido de dichas conversaciones se refería a los beneficios del ILP, y solo el 33 % de los pacientes aceptaron la recomendación de este tipo de tratamiento. Sin embargo, en una entrevista posterior, el 96 % de los pacientes que inicialmente habían rechazado un ILP fueron receptivos cuando la idea se les presentó de una manera más positiva.
La formación del personal podría mejorar sustancialmente el uso de antipsicóticos ILP.
Para aportar evidencias de que la aceptación de los ILP podría ser más amplia, presentó datos de la fase de reclutamiento de un estudio multicéntrico reciente llevado a cabo en EE. UU.,3 que comprendió un programa de formación preparatoria de dos días para los profesionales sanitarios y los centros participantes. El programa incluía la justificación del ILP para la prevención de recaídas en la psicosis inicial, la toma de decisiones compartida, los juegos de rol y soluciones para superar barreras logísticas. Como consecuencia, el 77 % de los pacientes que habían padecido un primer episodio de psicosis y eran aptos para el ensayo recibieron al menos una inyección de un antipsicótico de liberación prolongada.
La intervención temprana marca la diferencia.
Previamente, Ana Catalán, del Hospital Universitario de Basurto, Bilbao, España, había señalado la importancia de los planes de tratamiento individualizados, de tener en cuenta el tratamiento antipsicótico de mantenimiento y de no olvidar las intervenciones psicosociales y psicoterapéuticas, y abogó también por los servicios de intervención temprana.
Un metaanálisis de diez ensayos clínicos aleatorizados demostró que la intervención temprana es superior en comparación con el tratamiento habitual en cuanto a porcentaje de abandonos del tratamiento, implicación en la escuela o el trabajo, y gravedad de los síntomas positivos y negativos.4
Janssen Pharmaceutica NV contribuyó a este Simposio Satélite proporcionando recursos económicos para la formación.
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